La empresa textil Zara ha pedido disculpas a los judíos ultraortodoxos de Israel por vender un traje confeccionado con una mezcla de lino y algodón. Al parecer, esa mezcla está prohibida por su religión. Juntar lino y algodón constituye un grave pecado.
Tenemos aquí otro ejemplo del sinsentido de los fundamentalismos. Y del peligro más grave de nuestro siglo: la ocupación por parte de fanáticos de cada vez más espacios de la vida pública. Si no les gusta el traje, que no lo compren. Pidan, en todo caso, que los componentes aparezcan claramente especificados en la etiqueta. Pero no. Los fundamentalistas tienden a pedir que se prohiba todo aquello que no les gusta.
Muchas empresas, atemorizadas por sus campañas, se echan atrás, se autocensuran, retiran productos (o publicaciones, como sucedió con una importantísima Caja de Ahorros española ante el acoso de los ultracatólicos). Es, sin duda, un retroceso en las libertades. Un grave peligro, como decía arriba; una amenaza contra el librepensamiento, contra el progreso. ¿Cuánto más vamos a tardar en reaccionar?
22 mayo 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario