23 junio 2006

Una persecución implacable

El fundamentalismo religioso de algunos dirigentes políticos del PP ya tuvo como consecuencia el retraso en el avance científico de nuestro país en algunos aspectos, como el uso de células madre.
Otra cara del problema lo plantea la inhumanidad de los integristas para con el sufrimiento de los moribundos. La implacable persecución de la Comunidad de Madrid contra los médicos del hospital de Leganés por realizar sedaciones de enfermos terminales es un triste capítulo más de la España negra, con las entrañas inmisericordes que se ha encargado siempre de velar por la ortodoxia a costa de incontables sufrimientos humanos.
Leía, hace ya unos días, una entrevista a uno de esos médicos. Esos que, en línea con la mejor práxis médica y humanista, quisieron evitar el dolor y la angustia de una agonía difícilmente soportable en el propio servicio de urgencias a muchas personas. Son sus palabras: "Si no hay ningún tratamiento, ni esperanza de recuperación, es atroz dejar al paciente en esta situación y a la familia presenciándolo". Tras quince meses de acoso por parte de la Inquisición (o Comunidad de Madrid), este médico ha decidido abandonar el hospital. Los perjudicados serán los ciudadanos de esa región, que contarán con un buen médico menos. Los vencedores, solamente la derecha nacional-católica. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar la dictadura de los prejuicios y de la sinrazón? ¿Hasta cuándo las mentiras? La última, decir que desde que se fueron estos médicos, la mortandad en Urgencias había descendido un 40%. La realidad es que se dieron instrucciones para que los enfermos terminales en cuidados paliativos, que antes morían en Urgencias, se lleven a otra planta. De este modo, no computan en las estadísticas y los mentirosos pueden hacer más creíbles sus calumnias. Detestable.

20 junio 2006

Rouco, doctor honoris causa

La mezcla de ideología política retrógrada y fundamentalismo religioso es atroz. (En Bush, sirve para justificar la guerra de Irak y Guantánamo, por ejemplo). Pero, sobre todo, es una traición flagrante al Evangelio. Es una mezcla, sin embargo, que no falta en la actualidad española. Así sucede en el discurso de Rouco, repetido durante su investidura como doctor honoris causa por una universidad privada, cuando invoca la unidad de España (lo que no deja de ser una reivindicación política, parte del ideario nacionalista que supongo que él profesa) como punto fundamental de una reconstrucción cristiana de España. La fotografía de Rouco en primer plano con un siniestro Aznar al fondo, como invitado a la esperpéntica ceremonia, asustaba un poco. La vuelta del nacionalcatolicismo más reaccionario (y más anticristiano).
Curiosamente, el individuo se atreve a atribuir al relativismo ético (inexistente, a mi entender) las atrocidades nazis o a alarmarse por una presunta disolución de la separación de poderes (que sólo existe en su enferma imaginación), pero se olvidó -nadie es perfecto- de que las atrocidades nazis algo le deben al silencio cómplice de la sede vaticana y que el peor atentado cometido en España contra la separación de poderes, el golpe de estado de Franco, contó con todas las bendiciones de la Iglesia Católica española.
Un poco de coherencia y un poco de Evangelio no vendrían mal en el yermo panorama de la conferencia episcopal de nuestro país.

12 junio 2006

Superar la desmemoria

(Este artículo fue previamente publicado en el diario español "El Comercio")

La playa de San Lorenzo es maravillosa en cualquier época del año, pero a mí me gusta especialmente en ésta, avanzada la primavera, cuando la luz ha robado ya buena parte de sus horas a la noche y los gijoneses empiezan a considerar su arena como una posibilidad para ocupar las mañanas de domingo. Poblada aquí y allá, pero aún con el privilegio aristocrático de disponer para uno de veinte o treinta metros de arena blanca a la redonda.Asomado a los balaustres del Muro, llama la atención el azul profundo de las aguas del Cantábrico, que acaban de despojarse de su pátina invernal -todavía presente, con su gris metálico, hace pocas semanas-, pero que ya dejan ascender vaharadas de olor a verano, a salitre, a juegos y a crema bronceadora.Desde el barrio de La Arena, la bahía se extiende, hacia el este y hacia el oeste, como en un abrazo que uniera de forma simbólica dos casas, las que fueron morada de Jovellanos y de Rosario Acuña, dos gijoneses -uno de nacimiento, de adopción la otra- heterodoxos, incomprendidos y presa del furor de los fanáticos. A la izquierda, empezó su vida el ilustrado en el lejano siglo XVIII. A la derecha, la concluyó la escritora y articulista en 1923.Con el correr del tiempo, ya en pleno siglo XX, las mismas voces que se alzaron contra ellos -la del Absolutismo, la de la intolerancia, la de la sinrazón- siguieron gritando contra el progreso, contra la modernidad y contra las libertades, materializadas, por ejemplo, en la Segunda República, la primera democracia española con el profundo sentido que le damos hoy a la palabra. Salvo en el caso de Jovellanos, sobre quien existe ya un consenso de aceptación universal (consenso tal vez más fácil por su lejanía en el tiempo), la memoria ha sido flaca para con los inconformistas y los reformadores.¿Superaremos, en este año de aniversario y conmemoración, en este 75 aniversario, la amnesia colectiva para con la República, para con quienes la hicieron posible y para con quienes después la defendieron frente a la amenaza que supuso el golpe de estado fascista? Algunos datos para la esperanza: la declaración del Congreso de los Diputados de 2006 como Año de la Memoria Histórica, la anunciada aprobación de la Ley de la Memoria, la creación de una cátedra conjunta entre universidades españolas y la Autónoma de México para recuperar el legado de los centenares de catedráticos y profesores exiliados a ese país al final de la guerra civil, el homenaje tributado en Gijón a los maestros y maestras de la República... Vamos superando la desmemoria en un proceso lento y pausado.La vista del mar y el aire fresco y húmedo del Muro no pueden impedir, sin embargo, que me asalten pensamientos sombríos. Pienso que, en sentido contrario, en el otro plato de la balanza, siguen pesando hechos enormemente injustos. Porque aún más grave que la desmemoria es el escarnio. Y de escarnio puede calificarse la agresión que el Ayuntamiento de Valencia estaba llevando a cabo hasta que la movilización social detuvo los planes de su alcaldesa, Rita Barberá. Para construir nuevas tumbas, destrozó una fosa común que contiene los restos de más de quinientos asesinados por el franquismo. Es la locura del ladrillo migrada de los chalés a los nichos. Desde la tierra negra, compactada por el paso de las décadas, habla con voz elocuente el osario de los fusilados, de los represaliados. ¿A quién molesta su voz? ¿Qué oídos hiere como para querer acallarlo arrojando aquellos restos humanos a un vertedero? Son memoria real, concreta, imperecedera; sedimentos delatores que alguien no quiere que perduren.Afortunadamente, la voz de la intolerancia no es fuerte entre nosotros. La convivencia entre españoles es, por lo general, ejemplar. El espíritu cívico y la solidaridad se muestra en cada oportunidad en que son invocados: contra la guerra, contra la mentira. Hay, por tanto, que ser optimistas aunque algunos políticos no den precisamente ejemplo. Como esos que patalean en los escaños y tienen que ser apercibidos (cuando no expulsados) por el presidente del Congreso. Como esos que tratan de convertir el delicadísimo asunto del terrorismo y el proceso de paz en que nos hallamos (aun a riesgo de hacerlo fracasar) en materia de desgaste para el Gobierno. Son los mismos que desterraron a Jovellanos; los mismos que -a falta de argumentos- acusaron a Rosario Acuña de brujería; los mismos que -también a falta de argumentos- pretenden confundir a Zapatero con ETA.Frente a ellos, el compromiso cívico de Giner, de Pérez de Ayala, de Machado, de Juan Ramón Jiménez, de Alberti, de Miguel Hernández, de Max Aub, de Alejandro Casona («la República la han hecho posible los intelectuales», dijo Azorín), y el de Ernest Lluch, de Fernando Buesa, de Enrique Casas, para con los valores de la libertad, la igualdad y la solidaridad y frente al 'Muera la inteligencia' que alguno parece haber convertido nuevamente en su divisa.

05 junio 2006

Un capitán del ejército de Franco

Como en este blog no quiero sólo tratar temas de actualidad, sino estimular a la reflexión y hacer trabajar a la memoria, voy a transcribir algunas de las respuestas que dio el capitán franquista Gonzalo de Aguilera a varios periodistas extranjeros que cubrían nuestra guerra civil. Lamentablemente, aunque las opiniones de este hombre dejaron pasmados a los corresponsales, no parece que tuvieran incidencia en aquel tratado de no intervención (de las democracias occidentales) que dejó España a merced de la sí intervención de las potencias fascistas.
Nos dice Preston que "Gonzalo de Aguilera era un tipo ilustrado, de rica familia. Estudió ciencias y filosofía en Alemania e Inglaterra y hablaba cuatro idiomas. Su formación le valió para que, primero el general Mola y después Franco le utilizaran como portavoz de las ideas del bando nacional". Como se podrá ver a continuación, esas ideas están bien lejos del panorama idílico que algunos farsantes y revisionistas próximos al aznarismo y que se hacen pasar por historiadores quieren hacernos creer.
Algunas perlas del "intelectual" franquista:
"El gran error que han cometido los franquistas al empezar la Guerra Civil Española ha sido no fusilar de entrada a todos los limpiabotas. Un individuo que se arrodilla en el café o en plena calle a limpiarte los zapatos está predestinado a ser comunista. Entonces ¿por qué no matarlo de una vez y librarse de esa amenaza?" (Entrevista del capitán Aguilera con el periodista inglés Peter Kemp.)
«Tenemos que matar; matar y matar; ¿sabe usted?», declaraba ufano Gonzalo de Aguilera al periodista norteamericano John Whitaker: «Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. Ahora espero que comprenda usted qué es lo que entendemos por regeneración de España... Nuestro programa consiste... en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado. Además también es conveniente desde el punto de vista económico. No volverá a haber desempleo en España, ...¿se da cuenta?».
"Todos nuestros males vienen de las alcantarillas. Las masas de este país no son como sus americanos, ni como los ingleses. Son esclavos. No sirven para nada, salvo para hacer de esclavos. Pero nosotros, las personas decentes, cometimos el error de darles casas nuevas en las ciudades en donde teníamos nuestras fábricas. En esas ciudades construimos alcantarillas, y las hicimos llegar hasta los barrios obreros. No contentos con la obra de Dios, hemos interferido en su voluntad. El resultado es que el rebaño de esclavos crece sin cesar. Si no tuviéramos cloacas en Madrid, Barcelona y Bilbao, todos esos líderes rojos habrían muerto de niños, en vez de excitar al populacho y hacer que se vierta la sangre de los buenos españoles. Cuando acabe la Guerra destruiremos las alcantarillas. El control de natalidad perfecto para España es el que Dios nos quiso dar. Las cloacas son un lujo que debe reservarse a quienes las merecen, los dirigentes de España, no el rebaño de esclavos", relata Preston que contó este prócer franquista a un periodista norteamericano.
Por cierto, he encontrado en la red un artículo de Pío Moa tratando (patéticamente) de defender a este bárbaro de los injustos ataques a los que le sometemos los sirvientes del marxismo. Tiene tela la cosa...

01 junio 2006

El Estado de la nación

El debate sobre el estado de la nación centra cada año las discusiones políticas durante una o dos semanas. Para no ser menos, aquí va mi reflexión.
Creo que ha sido uno de los debates donde más patente ha quedado la diferencia de discurso entre gobierno y oposición. Las críticas de los comentaristas y medios de comunicación (algunas, feroces, incluso en los medios de la derecha extrema) han sido casi unánimes en cuanto al agotamiento del discurso de Rajoy. No es que tuviese un mal día (probablemente lo tuvo) ni que sea mal parlamentario (aunque no me guste su estilo), es que el armazón ideológico y político de lo que dijo no se sostiene. La táctica del "cuanto peor, mejor", del profeta de desgracias y apocalipsis, del que desea a su país todos los males porque eso le beneficia a él tiene, afortunadamente, un corto recorrido.
El discurso rancio de "se rompe España" ya no funciona. No tiene gancho, fuerza ni tirón (y menos, cuando se está viendo más claramente cada día que España no se rompe). El tremendismo ante el fenómeno de la inmigración ya ha sido analizado en este blog hace unos días: es puro Le Pen apelando a lo peor de cada uno y a los miedos más irracionales para conseguir ventaja. Le sitúa en un abrazo (mortal) con la extrema derecha que tendrá un coste electoral para el PP o un coste moral para nuestro país, tal vez irreparable. Fue más prudente Rajoy en su táctica de desgaste con el tema del terrorismo. Pero la prudencia le duró 24 horas. Ya ha hecho unas nuevas declaraciones amenazando al gobierno, estrechando el cerco, planteando ultimatums inaceptables. Lo dijo González y tiene razón: la postura del PP en materia terrorista debilita al gobierno y por eso lo hacen. No sé si son plenamente conscientes de que, en este tema, lo que debilita al gobierno fortalece a ETA. Probablemente sí son conscientes y les da igual.
En el lado positivo, ha habido numerosos anuncios interesantes que beneficiarán a los ciudadanos: medidas para favorecer la contratación indefinida de jóvenes, becas y préstamos sin interés para cursos de postgrado, subvenciones para cursos de inglés. La ley de dependencia (ver en este blog el post "Elogio de la debilidad") y la de igualdad supondrán una extensión de derechos de los menos favorecidos, lo que unido al incremento de la cooperación para el desarrollo nos sitúa en un horizonte de amplio contenido social para el fin de la legislatura.