La política de Aministía Internacional en este tema, parece ser la de garantizar el acceso a los servicios legales y médicos seguros para el aborto a todas aquellas mujeres cuyo embarazo se deba a una violencia sexual o a incesto, o en caso de que conlleve un riesgo para su vida o su salud. Lo cual no parece una invitación ni siquiera al aborto libre o a su generalización. Al contrario, es una postura extremadamente prudente y restrictiva.

¿No tiene ningún boicot que proponernos el papado en torno a la situación de Guantánamo? ¿No hay preparada ninguna excomunión contra los líderes de las Azores? ¿No deberíamos evitar el consumo de productos de países en los que existe la pena de muerte? El Vaticano, mudo frente a estos temas, sólo propone una condena: contra quienes luchan (a veces jugándose el cuello) a favor de la dignidad humana y los derechos fundamentales de la persona; contra quienes, le guste o no a Ratzinger, son más fieles al verdadero espíritu de un evangelio que la jerarquía eclesiástica parece haber olvidado.
A partir de hoy, en este blog existe un vínculo (no sólo informático, también emocional) con Amnistía Internacional, como podéis comprobar en la columna de la derecha (con perdón).